La crianza y los límites en clave de juego
Lic. Cecilia Naddeo
“Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere
debajo del cielo tiene su hora”
Eclesiastés 3:1
Estamos acostumbrados a vivir sin tiempo, a ir a contrarreloj…a llenarnos de tareas con el firme propósito de hacernos bien y hacerles bien a nuestros hijos. Criamos a una generación que sabe que además de la escuela…hay muchas otras cosas por hacer, conocer, disfrutar. Pequeños y pequeñas que se escolarizan tempranamente y a los tres anos ya saben que el fin de semana habrá que pasear por peloteros para festejar los cumpleaños de los amigos. Las intenciones siempre son las mejores y confiamos en nuestro criterio como padres para elegir aquellas que no sólo llenen el tiempo sino bendigan integralmente a nuestros hijos. Pero están las otras tareas, parte de las rutinas cotidianas que a veces se nos hacen complicadas de sostener, llevan tiempo, desgastan…Pero a pesar nuestro…estas son las que construyen el verdadero sentido de ser familia. El tiempo que compartimos cotidianamente con nuestros hijos va mostrándoles el verdadero sentido y propósito del estar juntos.
Hay momentos realmente valiosos que en oportunidades desplazamos por otras demandas, legítimas, valederas…pero realmente tan significativas? Se suele decir que el trabajo real de la infancia es el juego. El juego por el juego en si mismo y el juego que tiñe todas las realidades: jugando aprendemos a hablar, a comer, a caminar…podemos jugar cuando compartimos el tiempo de higiene y aseo, o cuando les ensenamos a poner la mesa…Pero está ese otro juego, el juego sin tiempo, en donde un adulto y un niño aparentemente se vuelven pares. Y decimos aparentemente, porque la simulación es parte del juego. Y siempre hay un adulto que contiene, que orienta, que andamia , que convoca o se deja convocar a ese espacio lúdico.
En oportunidades escuchamos a padres que les resulta difícil encontrar entre las múltiples ocupaciones cotidianas un espacio de juego con sus hijos. Y también es verdad que hay niños con los que puede ser más complejo conectar para jugar. Porque no obedecen, se portan mal, se desestabilizan. A veces, se trata de niños que asisten a terapias porque presentan dificultades de aprendizaje o de comportamiento en la escuela. Pueden ser impulsivos, rebeldes, resistentes…Y es allí ,en esa resistencia, donde la presencia parental es más necesaria aún. Por eso creemos oportuno proponerse y proponernos un TIEMPO ESPECIAL DE JUEGO.
Como primera medida, debemos tener en cuenta la importancia de la motivación al jugar. En la medida que el niño esté correctamente motivado podrá dirigir su comportamiento al jugar. Será entonces muy importante tomar la iniciativa del niño, y poder seguirla para que ese tiempo compartido sea de mutuo enriquecimiento.
Como adultos sabemos que los juegos tienen reglas y momentos. Será bueno explicitarlas, pero estar disponibles a que ellas cambien sin perjuicio de que se termine el juego. Es decir estar disponibles a ser flexibles. Si bien el tiempo especial del juego es una oportunidad de aprendizaje juntos, debemos esforzarnos por generar mayor señalamientos positivos y omitir señalamientos negativos innecesarios acerca del comportamiento. Asimismo, los adultos tendemos a querer tomar el control de la situación. En este caso del tiempo especial de juego, nos esforzaremos en evitar la actitud de supervisar, corregir o ensenar…simplemente estamos jugando.
Durante el tiempo especial de juego nos comunicamos con nuestros hijos. Con lo que le decimos, con las palabras que usamos. Pero no olvidemos variar nuestros modos de demostración: desde lo físico, verbal y gestual. Nuestro lenguaje debe ser claro y preciso, y acostumbrarnos a jugar con todo el cuerpo.
Podría ocurrir que nuestro hijo comience a desarrollar conductas indeseadas en el juego, que comience a portarse mal…En este caso podría ser oportuno señalar: “Cuando dejes de hacer eso (puntualizando el comportamiento inadecuado), yo seguiré jugando.” Luego esperamos a que remita, y continuamos. Si no depone su actitud, podremos abandonar el juego. A continuación algunas ideas que aportan a optimizar el comportamiento de nuestros hijos durante el tiempo especial de juego y en general:
Antes de dar una instrucción, evitar los distractores (Ejemplo: apagar la TV) y mirar a los ojos. El contacto visual nos garantiza cierto feed back en la comunicación
La instrucción debe ser sencilla y breve. Para asegurarnos que nos comprendió, le podemos solicitar que al repita en voz alta y si lo hace bien, debemos felicitarlo por habernos prestado atención.
Cuando pedimos que elabore alguna acción o tarea, le damos tiempo límite y le avisamos cuando queremos que lo realice. Ejemplo: “quiero que ordenes tu cuarto ahora. Vuelvo en 5 minutos para verlo listo”. Cuando el niño es pequeño y no tiene noción del tiempo se pueden usar alarmas del celular: “Va a sonar tres veces, a la tercera debe estar todo guardado”.
Los niños y niñas captan mejor el tono de la comunicación que el sentido de las palabras. Los expertos en comunicación humana refieren que un 70 % de la comunicación se produce por canales NO VERBALES. El tono de voz, la cadencia de las palabras y los gestos que realizamos comunican mucho más que aquello que efectivamente decimos con palabras. Usar un tono amable, seguro y directivo es lo más oportuno. Las órdenes deben darse con amabilidad, sin autoritarismo pero tampoco con súplicas.
Siempre busquemos dar órdenes que podamos supervisar, de modo que se pueda responder de inmediato a la conducta del niño.
Frente a la posibilidad de no cumplimiento de lo solicitado, debemos prever las consecuencias del no cumplimiento. En caso de un cumplimiento efectivo, también es importante prever las consecuencias positivas.
Hablamos de tiempo durante este artículo. El tiempo que dedicamos a jugar con nuestros hijos y el modo en que comunicamos reglas y pautas de comportamiento. Ahora, este tiempo especial de juego…cuánto tiempo real nos consumirá en la rutina cotidiana…Los expertos coinciden en asegurar que 20 minutos diarios, entre 4 a 6 veces a la semana serán suficientes. ¿Disponemos de 20 minutos diarios sin celular y sin dispositivos electrónicos para simplemente jugar con nuestros hijos?.
Por último una frase del clásico “El principito” que nos invita a reflexionar sobre la noción del tiempo. Quiera Dios agregar discernimiento en cada uno de nosotros…padres, madres, cuidadores en lo que respecta a la crianza:
“El tiempo que perdiste por tu rosa, es lo que la hace valiosa” Saint Exupery