Palabras que alientan, palabras de amor, palabras positivas, palabras que sanan, palabras negativas, palabras que hieren, palabras de odio… ¿Somos consientes del poder que tienen las palabras que decimos y del efecto que producen en nuestra vidas y en las de otros?
El ser humano a diferencia de los animales nace en estado de indefensión, depende de otro; es un ser social, un ser del lenguaje.
Luego de nacer el bebé llora porque siente displacer, pero la madre o quien este a su cuidado le va interpretando lo que le sucede, lo pone en palabras… “tiene hambre, tiene sueño, está sucio, quiere upa, etc.” Palabras y más palabras que nos dicen, que aprendemos, que vamos incorporando en nuestra mente, que nos definen, que van formando parte de nuestra autoestima, nuestros valores, ideales, y nos indican “lo que debemos hacer o no hacer” o como “debemos ser o no ser”.
Estas palabras muchas veces juegan el papel de “mandatos” que nos hacen actuar de determinada forma. Recuerdo una muchacha que deseaba buscar un nuevo y mejor trabajo pero no se atrevía a hacerlo, creía que no podría aprender un nuevo puesto. No quería agregar en su currículum que poseía titulo secundario porque decía: “yo no recuerdo todo lo que estudie en el secundario… tendría que hacer un repaso”. A través de la terapia pudimos encontrar palabras que estaban muy arraigadas en su mente, pronunciadas por su madre: “vos no sos capaz”. Estas palabras la limitaban a desplegar su potencial.
Comprendiendo la importancia y el poder de las palabras que nos dicen, que decimos y que nos decimos, debemos tomar una actitud responsable y pensar antes de hablar. Pero no solo es importante lo que decimos sino también lo que pensamos. Muchas veces vivimos autoboicotiándonos, autoflagelándonos con nuestros propios pensamientos: “no puedo, soy inútil, todo me sale mal, nadie me ama, nadie me entiende…”. Nuestras palabras pueden construir o destruir, sanar o herir, animar o desalentar, impulsarnos o detenernos. Será fundamental que examinemos las palabras negativas que pensamos y las cambiemos por positivas; que pensemos antes de emitir palabras destructivas y digamos palabras constructivas. Esto dará una mejor calidad de vida a las personas que nos rodean y a nosotros mismos.
Tengamos en cuenta algunos consejos de la “Palabra de Dios” que encontramos en el libro de los Proverbios 16: 20, 23, 24, 26-28; 17:28
- “El entendido en la palabra hallará el bien, y el que confía en Jehová es bienaventurado”.
- “El corazón del sabio hace prudente su boca. Y añade gracia a sus labios”.
- “Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina a los huesos”.
- “El alma que trabaja, trabaja para sí, porque su boca lo estimula”.
- “El hombre perverso cava en busca del mal, y en sus labios hay como llama de fuego”.
- “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos”.
- “Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido”.
Lic. Noemí Ainscough
Psicóloga