En este último tiempo, escuché a muchos padres manifestar cierto temor e inseguridad al momento de poner límites a sus hijos. Estos padres se preguntan: ¿Hasta dónde poner límites? ¿Y si me excedo y me convierto en un autoritario/a? ¿Y si soy demasiado “Laissez faire” (pasivo, que controla poco y deja hacer)?
Alcanzar el equilibrio en la puesta de límites con los hijos, requiere de la capacidad para detenerse y reflexionar sobre la propia práctica de “ser padres”. Esto demanda cierta motivación a la escucha y disposición para reacomodarse frente a algunos hábitos que no han traído fruto alguno.
Como plantea el modelo de Prochaska/DiClemente, para comenzar a observar cambios, se necesita de un primer paso que tiene que ver con la “contemplación del problema”. Este implica ante todo, la concientización de aquello que no está funcionando bien y la disposición a la corrección; sabiendo previamente, que se producirá un gasto de energía extra.
Más tarde, llegará la etapa de la “acción”, en donde los padres comenzarán a buscar herramientas y estrategias para resolver las necesidades individuales y únicas de sus hijos. Resalto lo particular de cada niño/a, ya que es frecuente escuchar o leer en reiterados artículos, el ofrecimiento de consejos prácticos y rápidos para aplicar con los hijos. Algunos son muy útiles y valederos; y otros ofrecen recetas para insertar a los hijos en moldes que en muchas ocasiones, no son aplicables a ellos. Se requiere de mucha observación y conocimiento de sus necesidades, para poder diferenciar entre lo que producirá resultados óptimos o sólo habilitará la entrada a un círculo vicioso que no generará cambios.
Por otro lado, una de las cuestiones que producen mayor dificultad a la hora de afrontar la puesta de límites, es el “sostenimiento o mantenimiento de los mismos”. Será de mucha utilidad, recordar que habrá recaídas y que es parte natural del proceso del cambio. Esto reducirá la ansiedad o sentimientos de culpa, que surgen al no poder cumplir con lo pactado, al momento de decidir un cambio de límites. Lo importante es “determinarse”, y continuar con el plan que como padres se ha trazado en la crianza de los hijos.
Por último, frente a este desafío que implica tantas modificaciones y gasto de energía por parte de todo el sistema familiar, es muy saludable contar con el acompañamiento de un “adulto significativo”, que se comprometa a acompañar, escuchar y recordar lo que inicialmente se ha acordado y determinado. Será como un “auxilio” en tiempo de recaídas y frustración.
“El reconocimiento del sentimiento de vulnerabilidad frente a la puesta de límites, será el primer paso hacia el éxito en la crianza de nuestros hijos”.
Lic. Gisela Colombo
Psicopedagoga