¿Qué son los límites?
Muchos padres que consultan por problemas de conducta de sus hijos, nos comentan que, al castigar a sus hijos no encuentran los resultados que esperan; ya que el niño empeora en lugar de mejorar.
Esto se debe a que el niño siente que es un mal hijo para sus padres, y que continuamente hace todo mal; cree que no lo quieren; en cada ocasión se siente peor; y por lo tanto, se descontrola cada vez más.
La sensación de inseguridad interna de un niño generalmente no es percibida por sus padres. El niño siente que sus padres no lo aceptan tal como es y que tampoco pueden ayudarlo dándole más calma y seguridad.
Un niño desbordado necesita contención, ése es el mejor límite a su angustia. La contención consiste en tranquilizarlo, con firmeza y con cariño, simultáneamente.
¿Qué es poner límites?
Poner límites es enseñar, educar.
Poner límites a los hijos de manera positiva, es decir, constructiva, es aportarles algo nuevo que les sirva a ellos y a toda la familia, sin caer en la trampa de marcarles constantemente lo que hacen mal.
Empezar bien con los límites implica organizar los horarios de sueño, comida, juego, tareas, etc. La mente necesita orden y también precisa encontrar una lógica entre sus actos.
Los límites bien puestos tienen que ver con educar, y no es conveniente aplicarlos en el momento de desborde; ya que, en ese instante, no es posible pensar con claridad. Es imprescindible tranquilizarse para luego, poder tranquilizar al niño.
Los límites se logran cuando los adultos tienen límites propios y puede transmitir un clima de tranquilidad y confianza.
El desborde se produce porque los padres no saben como tranquilizar a sus hijos y se desesperan, se sienten malos padres y, a partir de allí, todo se complica sucesivamente.
El niño necesita contar con los recursos de sus padres para sentirse acompañado, encontrando seguridad en la creatividad de la libertad; pero desde la educación. De esta manera, el niño va construyendo sus propios recursos.
Los niños necesitan pautas que los ayuden a tener recursos internos.
Cuando los niños se sienten respetados y crecen en un clima de confianza y seguridad, no tienen dificultades para obedecer; ya que, uno de sus grandes temores, es perder el amor de sus padres.
La crianza es, ante todo, lograr conectarse con los hijos, generar un vínculo emocional verdadero y tierno, poder jugar, y recién después, pensar en los límites.
Como conclusión, podemos decir que los límites son una transmisión de pautas necesarias para que los niños puedan desarrollarse con autonomía, salud emocional y seguridad.
Lic. Ximena Mastronardi
Psicóloga