Nuevas Tecnologías, Comunicación y Escenario Escolar

 

 

Se acerca el inicio del un nuevo ciclo escolar, y resuena en la boca de algunos niños y niñas el “ufa, hay que volver!!!”. Resignados, sin opción, albergan la esperanza de volver a encontrarse con los amigos y ser sorprendidos por algo nuevo.  Por otro lado, notamos que es alarmante la calidad de lo que nuestros niños y jóvenes están aprendiendo. Cada cierto tiempo, resuena alguna estadística de fracaso en el ingreso masivo a la universidad y muchos salen a opinar sobre las causas. ¿Por  qué pasa esto? ¿Alguna vez fue diferente? ¿Podemos esperar otra cosa? Lejos de cerrarnos con una mirada reduccionista, les propongo que analicemos juntos algunas de las cuestiones que en este tiempo, ponen a la escuela en tela de juicio; para pensar que podemos hacer desde nuestro lugar, como adultos.

 

Un debate actual: las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (NTIC) y el escenario escolar

La escuela como institución social está atravesada por diversas realidades. A ella se le reclama, de ella se espera y se encuentra en el centro del debate, cuando se piensa en las posibilidades sociales reales.

En las últimas décadas estamos asistiendo a una tercera revolución en los soportes de la información, que está abriendo paso a una nueva cultura. Las nuevas tecnologías de almacenamiento, distribución y difusión de la información  permiten un acceso instantáneo a grandes bancos de datos. Es la información la que nos busca a nosotros, a través de la mediación impuesta por los canales de comunicación social. Entonces, ¿qué lugar le queda a la escuela que fue creada con el fin acercar a los sujetos al conocimiento?

Planteemos la situación en los términos en que nos las propone Francisco Tonucci, en la viñeta del inicio. La oferta de la escuela para estos niños en particular parece obsoleta, lejana, distante de su entorno cultural inmediato y sus intereses. No sé discute aquí la pertinencia o no del enhebrado de bolitas para el desarrollo de la motricidad fina, sino el modo en que esa propuesta llega a los niños.

Según Coll y Monereo (2009), la fase en la que nos encontramos  es conocida como web 2.0 o “web social”. Esta expresión comienza a utilizarse a partir de 2001, cuando la red comienza a incorporar y coordinar información de fuentes distintas, relacionando datos y personas. Los usuarios se convierten en verdaderos protagonistas del crecimiento y sofisticación de la red. Nace Wikipedia, que se alimenta de las definiciones y artículos de sus usuarios, aportaciones que son depuradas y corregidas mediante distintos mecanismos con el fin de evitar errores y vandalismo informático.La Web 2.0 abre perspectivas de sumo interés para la puesta en marcha de propuestas pedagógicas y didácticas basadas en dinámicas de colaboración, que aún no han sido integradas de manera sustancial a las prácticas pedagógicas.

Sin duda, las NTIC plantean nuevos desafíos a la educación formal y escolar. Los autores mencionados las definen como “omnipresentes”; es decir, están presentes en los entornos educativos, más allá de que se las convoque o se las ignore para la propuesta pedagógica.

Fenómenos tales como la Generación M y la Generación Y  dan cuenta de una irrupción en los escenarios educativos desde el nivel inicial hastala Universidad, de sujetos de una generación menor enseñando a una generación de  mayores. Coincide con lo que Feixa menciona como Culturas PREFIGURATIVAS donde se invierten las conexiones entre las edades: adultos aprenden de los niños y los jóvenes asumen una nueva autoridad mediante su  captación prefigurativa del futuro aún desconocido

Todo esto pone a la escuela en un punto de crítica muy agudo.

Ahora si la reflexión se quedara aquí, sería incompleta.

Consideremos que durante este último tiempo, en nuestro país se han duplicado los niveles de pobreza; con lo cual, se generan en la sociedad de la información lo que los autores denominan “brechas digitales”, es decir, las distancias existentes entre los “info-ricos” y los “info-pobres”.

No podemos dudar que las NTIC en general e Internet en particular, proporcionan una oportunidad inmejorable para una educación de mayor calidad. Sin embargo, coincidimos  con Coll y Monereo (2009) cuando sostienen que “si no partimos de las diferentes realidades sociales y educativas podemos acabar dando un salto al vacío”[1].

El fenómeno de fracaso escolar y de repitencia remite a una problemática común e involucra a los mismos sujetos.  La gran mayoría de los fracasos escolares son producto de la relación entre el niño  y la escuela, relación en la que se ven perjudicados con más frecuencia los alumnos que provienen de sectores populares.

Elichiry (2004) señala la existencia de estudios que demuestran que la escuela no “enseña a estudiar”, y que esto se aprende con la familia o con la maestra particular.  De alguna manera esto llevaría a pensar que la escuela evalúa aspectos que no enseña. Se observó con frecuencia que los “fracasados” no tenían estrategias de organización para el estudio porque nadie se las había enseñado.

La educación necesita que haya la mayor coherencia posible entre familia, sociedad y escuela.

Emilia Ferreiro sostiene: “… Está claro que estar «alfabetizado para seguir en el circuito escolar» no garantiza el estar alfabetizado para la vida ciudadana. Las mejores encuestas europeas distinguen cuidadosamente entre parámetros tales como: alfabetizado para la calle; alfabetizado para el periódico; alfabetizado para libros informativos; alfabetizado  para la literatura clásica o contemporánea, etc. Pero eso es reconocer que la alfabetización escolar y la alfabetización necesaria para la vida ciudadana (…) son cosas independientes. Y eso es grave. Porque si la escuela no alfabetiza para la vida y el trabajo… ¿para qué y para quién alfabetiza? El mundo laboral está cada vez más informatizado, y la escuela (nuestra escuela pública, gratuita y obligatoria, esa gran utopía democrática del siglo XIX) está, en los países periféricos, cada vez más empobrecida, desactualizada, y con maestros mal capacitados y peor pagados… Hoy día los requisitos sociales y laborales son mucho más elevados y exigentes. Los navegantes de Internet son barcos a la deriva  si no saben tomar decisiones rápidas y seleccionar información… Y la escuela de los países periféricos, que aún no aprendió a alfabetizar para el periódico y las bibliotecas, debe enfrentar ahora el desafío de ver entrar Internet en las aulas… Sospechosamente, candidatos a la presidencia o ministros de educación recién estrenados, de México a Argentina, sostienen un discurso coincidente: «Internet en las escuelas», como si las computadoras, de por sí, pudieran ser el trampolín de acceso a niveles de alfabetización nunca alcanzados… La tecnología, de por sí, no va a simplificar las dificultades cognitivas del proceso de alfabetización ni es la oposición «método vs. tecnología»  la que nos permitirá superar las desventuras del analfabetismo…[2]

 

Todos pretendemos una escuela mejor. Porque queremos una sociedad mejor. Un ámbito para desarrollar la ciudadanía plena. Cualquier despliegue tecnológico no invalida aquello que la escuela debe construir junto con sus alumnos y familias: el pensamiento crítico sobre su propia realidad y la forma de involucrarse para modificarla.  Y esto podemos logrando, sumándonos primeramente los adultos a la tarea, aportando nuestro compromiso con el que enseña y el que aprende. Desde el lugar de padres, profesionales, docentes y/o estudiantes podemos ofrecer la crítica constructiva y la valoración de la tarea de todos y cada uno de los  involucrados. Poniendo siempre en primer lugar a los que menos tienen y más necesitan, como lo hizo Jesús.

Lic. Cecilia Naddeo

Psicopedagoga


 

1 Coll y Monereo, (2009) “Psicología de la educación virtual” Morata, Madrid, Pág. 47

[2] Conferencia de Emilia Ferreiro expuesta en las Sesiones Plenarias del 26 Congreso dela Unión Internacionalde Editores. CINVESTAV-México.

 

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